lunes, 8 de septiembre de 2008

Para él

Querido amigo:

Te cuento esto a ti, porque eres lo más parecido que tengo a un amigo intimo. Lo que voy a contarte no te sorprenderá pero si puede que duela un poco, para hacerlo un poco mas llevadero, trataré de hacer que parezca un cuento. Pero, como todos los cuentos, tiene varias interpretaciones y una moraleja que solo tu debes interpretar....

Érase una vez una malvada bruja que vivía en un castillo encantado, se decía que estaba recluida allí por sus errores del pasado, no estaba allí porque quisiera, sino por haber desobedeció las leyes de la naturaleza. Quienes la conocieron antes de la tragedia dicen que era una muchacha hermosa, nació siendo un bebé precioso, y todos en el lugar quedaban maravillados con su rostro. Al parecer, un hada de los bosques tocó el vientre embarazada mientras dormí, bendiciendo la hermosura del futuro bebé, pero a cambio debía hacer lo posible por conservarlo, pues si no lo hacía sería castigada con el rechazo, el más feo sentimiento de cuantos los hombres conocen.
Siendo así el bebé se convirtió en una niña aún mas hermosa, tenía los ojos verdes y los cabellos dorados como el trigo. Todos sus movimientos inspiraban dulzura y elegancia, pero estaba empezando a tener problemas con la comida. La muchacha luchaba con obsesiva firmeza contra sus deseos y dejaba de comer cuando se lo ordenaban, pero la glotonería era más fuerte que las palabras. Siendo así, un día la muchacha se abandonó a su suerte y nunca más escucho las palabras de los que le advertían de las consecuencias si seguía comiendo de esa forma.
Su madre, que sabía de la bendición del hada, no podía decir nada, pues entonces se rompería la magia y la muchacha quedaría convertida en polvo al instante.
Un día, cuando ya era tarde para dar marcha atrás la muchacha se vio convertida en una adolescente gorda y fea, aunque todavía conservaba parte del encanto que antaño la hiciera diferente. Ese día, al salir de la ciudad para ir con sus amigos a pasar el día al río, sucedió la tragedia para la que el destino había esperado tanto tiempo. Todos los muchachos se divertían en bañándose y jugando en el río, pero la muchacha, consciente de su cuerpo, se mantenía distante y fuera de toda atención. Se fijó entonces en un muchacho que le sonaba familiar, era el hijo de la mejor amiga de su madre. Al verlo en ese momento, quedó enamoradísima de él al instante, como si un arco iris atravesara su corazón después de una semana de lluvia incesante. Se dio cuenta de cuánto había cambiado él, se había convertido en un adolescente llamativo, de labios exuberantes, tez morena, cuerpo musculado y sonrisa encantadora.
Con todo esto, cuando ya se disponían a regresar a la ciudad, la muchacha se armó de valor y decidió acercarse a hablar con él, después de todo habían jugado infinidad de veces cuando eran pequeños. Paso a paso, ella sentía que su corazón latía cada vez con más fuerza, cuando ya estaba cerca de él parecía que las sienes le iban a estallar de excitación y cuando estaba a punto de llegar a él, éste se volvió y le espetó un simple y doloroso : -¡Gorda!. Acto seguido el muchacho salió corriendo con el resto de sus amigos, riendo y burlándose de ella.
Este primer acto de rechazo, desencadenó las consecuencias de las que hablaba el hada, pues de inmediato la muchacha se sitió dentro de una prisión. En el primer parpadeo, la muchacha se dio cuenta de su nueva situación, su cuerpo quedó sumido en la más absoluta de las fealdades, y lo que antes le rodeaba como bosque, ahora se le antojaba cárcel. Fue entonces cuando quedó recluida en un castillo muy muy lejos de donde antes vivía con su familia.
Se decía que sólo un caballero sin caballo y sin armadura, que fuera capaz de hacer ver a la muchacha que de verdad podía ser atractiva, podría lograr el corazón de ésta. Pero había un problema, el castillo estaba encantado y todo aquel que entrara, tendría el mismo sentimiento que ella.
Pasaron los años sin que nadie se atreviera a entrar en el castillo, y la muchacha, adelgazaba a marchas forzadas tratando de recuperar su belleza. Tanto le preocupaba que llegó a hacer cosas que no debería con tal de perder el tan ansiado peso, maldiciéndose una y otra vez por no haber escuchado las voces que le advertían.
Un día un caballero sin caballo y sin armadura, llegó desde muy lejos sin saber bien porqué al castillo dónde vivía la muchacha. Sin saber tampoco porqué se adentró buscando sin saber el qué. Al llegar a la última estancia, encontró lo que todo su vida estaba buscando, la mujer mas bonita a sus ojos. La muchacha se sintió abrumada ante los halagos de su caballero sin caballo y sin armadura, la hacía sentirse tímida ante tantas muestras de afecto. El caballero había estado con otras damas, pero no había tenido nunca tanto en común con otra más que con ella. Al fin la muchacha comprendió, que toda la fealdad que ella veía, sólo se encontraba en sus ojos, que no era otra cosa mas que fruto de su visión. Convencida de ello, salió del castillo acompañada de su caballero sin caballo y sin armadura y juntos formaron un hogar en una ciudad extraña a los dos. Esta era una casa necesitada de cariño. pero que entre los dos harían un hogar para vivir y compartir.
El caballero trabajaba duro en el castillo del señor de la zona. La muchacha encontró un trabajo mal pagado en el campo. Juntos vivieron grandes momentos juntos, se hicieron muy felices y llegaron a tal grado de complicidad que pareciera que no tenían que hablar. Con que tan solo uno de los dos mirara al otro, ya sabían lo que necesitaban.
El tiempo fue pasando y cada vez tenían mas en común, aunque ella era más joven que él, los temas de que hablar en los escasos momentos en que podían hacerlo no faltaban.
Un día, el señor le dijo al caballero sin caballo y sin armadura que debía salir unos días para ocuparse de unos asuntos en un reino muy lejano, pero que tardaría en volver más de dos semanas. La muchacha, al saber la noticia quedó consternada, pues nunca había pasado tiempo alejada de su amado.
Cuando él se marchó, al principio se hacía un poco duro, pero poco a poco fue desapareciendo el sentimiento de abandono. Así cuando el caballero sin caballo y sin armadura volvió, la muchacha lo recibió de la mejor forma que supo, y se reencontraron en el lecho que compartían.
Con el tiempo, a éste se sucedieron otros viajes y a ambos les llegó la noticia de que en el futuro el tendría que viajar más y más frecuente. El caballero ya estaba acostumbrado a este tipo de vida, pues la vida sirviendo a señores demandaba este tipo de asuntos. Incluso estaba la posibilidad de que tuviera que dirigirse a la guerra, Dios no lo quisiera. La muchacha, al principio pareció que se le helaba el alma al pensarse separada de él por tanto tiempo, pero con el paso de los viajes de su amado, su corazón se fue templando y asentando sus sentimientos.
Un buen día, notó que su caballero sin caballo y sin armadura andaba triste. La muchacha no era muy dada a entender las cosas sin explicación, así que no le dio mayor importancia. Además ella sabía que el había tenido episodios de tristeza sin motivo anteriormente. Las lunas fueron pasando y la actitud de su amado no mejoraba, y la muchacha empezó a preocuparse por él. Empezó analizando las posibles causas: la lejanía del hogar de sus padres, que ya estaban mayores, lugar donde vivían, que no estaba en las mejores condiciones, la tiranía del señor para el que servía el caballero, la crisis económica por la que pasaba el país, la subida de las rentas, que hacía cada vez más difícil la situación económica y el espíritu viajero de su amado.
Con todo esto, ella llegó la conclusión de que él tenia motivos para encontrarse en esta situación y que debía hacerle la vida más liviana, para que el no soportara toda esta pesada carga solo. Para eso tenía una esposa, para compartir las cosas de la vida, no sólo para los buenos momentos, como decían por aquellos lares: a las duras y las maduras.
No contenta, la muchacha sintió la necesidad de que su caballero se desahogara contando sus penas a viva voz, así que insistió para que el hablara. Lo que nunca imaginó, era lo que el caballero sin caballo y sin armadura iba a decirle. Él le confesó que quería ir a servir a otro señor, y no quería que ella le acompañara.
La muchacha vio desvanecerse su vida en un instante, lo que antes se le antojaba blanco y puro, ahora se teñía de gris y oscuridad, lo que antes era armonía ahora se convertía en caos. Ella sabía que los miedos y los demonios que rodeaban a su caballero no le dejaban ver más allá. Pero ella librad de los demonios a base de luchas, podía ver un camino mas allá de la espesura. En camino en que los dos caminaban juntos y felices. Ella trató de que él lo viera así, pero agobiado y obtuso, el se fue metiendo cada vez más en su agujero.
Los días en esta situación se hacían difíciles, ella sabía que sus miedos iban a volver a jugarle una mala pasada. Ella estaba dispuesta a aceptar todos los sacrificios que se le propusieran, podría aceptar el estar separados por algún tiempo, incluso que el fragor de la batalla, el pudiera arrimarse a otras doncellas, debido a la distancia que los separaba. Pero no sabía como hacerle ver a su caballero sin caballo y sin armadura, que lo que estaba haciendo lo iba a pagar muy caro en el futuro. Ellos podían llegar a ser muy felices juntos si el se separase de sus demonios, todo estaba en su favor. El podría tratar de aliviar un poco sus problemas visitando alguno de los numerosos brujos de la mente que tanto proliferaban por la zona. Éstos se especializaban en resolver conflictos internos de las personas y ayudaban a ver las cosas de forma diferente son solo invocar unas palabras. Pero para que todo esto resultase, el caballero debería poner se su parte.
Muy al contrario, aunque el caballero no se daba cuenta, empezaba a tratar a la muchacha de forma diferente, las palabras que usaba con ella ya no eran tan dulces, incluso parecía que le molestase su sola presencia, incluso en una ocasión, mientras tenían relaciones, ella llegó a pensar que él le tenía asco. Las palabras y la miradas son las armas mas poderosas de las que el hombre dispone, y poco a poco fueron hiriendo a la muchacha.
En su mirada, ella podía vislumbrar la lucha que él libraba en su interior, y pudo comprender que tampoco para él estaba resultando fácil. Más el caballero no se daba cuenta, de que estaba hiriendo a la muchacha con solo mirarla y hablarle. Con esto, ella llegó a perder la fe en ella misma, y a fuerza de rechazo, la magia del hada hizo que ella volviera a verse como un ser inútil, amorfo, sin atractivo, como un trapo usado y llenos de manchas.
Esta situación se mantuvo por algún tiempo más y para cuando el tuvo que marcharse, ella ya se había vuelto a ver como la bruja que era cuando él la conoció.
El caballero sin caballo y sin armadura de marchó, partió lejos, a los reinos más allá de los mares conocidos, mantuvo una vida basada en el placer. Yació con muchas otras mujeres que le brindaron placer, incluso con más de una a la vez, hasta incluso mantuvo relación no muy larga con alguna de ellas. Pero ninguna llegó a hacerle totalmente feliz, y ninguna aguantaba a un hombre solitario con tantas manías de soltero. Para cuando quiso darse cuenta, el tiempo había pasado y pensaba en retirarse a descansar, viviendo de las rentas que le darían las tierras que había comprado mientas ganada suficiente dinero. ¡Por fin!, pensó. Tras tanto sacrificio y dedicación, ahora podría disfrutar de tan ansiado descanso, viviendo felizmente hasta que le llegara su hora. Tras un tiempo no muy largo, descansó y disfrutó del descanso verdaderamente. Como ya no estaba en edad, los momentos de desahogo los pasaba con muchachas a las que pagaba para que le dedicara tiempo sexual. Tras un tiempo algo más largo, llegó al punto en que pagaba por compañía. Se dio cuenta entonces de lo que había estado en su cabeza por tanto tiempo, los demonios de los que había logrado librarse tras acabar con aquella muchacha, volvían de nuevo a su cabeza, pero no comprendía porqué.
Una noche, mientras dormía, sintió que una voz gritaba su nombre, pero no podía ver quien era. Corría, pero sus pies no se movían del sitio, gritaba, pero su voz no salía de su boca, peleaba, pero no había nadie. Entonces la voz paró, y solo le dijo algo mas antes de desaparecer: ¡Estás solo!. Entonces el caballero sin caballo y sin armadura y algo mas viejo despertó sudoroso y agitado y se dio verdadera cuenta de lo que la voz le estaba diciendo. Sus padres hacía años que habían muerto, la relación con el resto de sus parientes era casi inexistente y su círculo social se limitaba un par de tipos a los que solo veía cuando la luna ocultaba el sol.
Fue entonces cuando cayó en la cuenta de las palabras de la muchacha, y su pecho sintió una fuerte punzada de deseo.
No pasó ni medio día cuando se encontraba a las puertas de la ciudad dónde la había dejado, vaciló unos instantes antes de atreverse a cruzarla, dudando de sus recuerdos. Ahora pensaba en el aspecto de ella, si la reconocería, si estaría casada, tendría hijos, le recordaría.
Siguió avanzando por la ciudad, recordando los lugares que hacía tantos años habían sido de los dos. Al pasar por la plaza central, le recordó el día en que él fue al castillo y se dio cuenta de lo mucho que a quería. De repente sus ojos le jugaron una mala pasada, creyendo que la había visto, en el centro de la plaza, pero no podía ser, el aspecto era el mismo que cuando el se marchó. Siguió mirando, todo estaba abarrotado de gente, era día de mercado. De nuevo le pareció verla, de nuevo en el centro de la plaza. Se apresuró a acercarse, pensando de que tal vez fuera familia de ella, por el parecido físico, o incluso su hija. La chica parecía inmóvil desde la distancia. Se fue acercando a empujones entre los montones de gente y trastos que se distribuían por el suelo. Cuando llegó hasta ella, un gesto de desilusión cubrió su rostro. Solo era una estatua en el centro de la plaza. Pensó que quizás ella había llagado a convertirse en alguien importante en la ciudad, incluso en alguien importante en el país. Sin duda para él lo había sido.
Decidió preguntarle a uno de los que allí se encontraban. El muchacho no le prestó mucha atención. Pensó entonces alejarse un lugar menos concurrido de la ciudad. Entró en una posada, pues ya estaba oscureciendo y debía pasar la noche allí. Al día siguiente continuaría la búsqueda.
Mientras cenaba, decidió preguntarle a la mesonera, pues si era alguien importante tal vez ella sabría donde encontrarla. Su sorpresa vino, cuando ella rió al preguntarle. Luego añadió que la muchacha de la estatua vive en la plaza, dentro de la estatua y en el corazón del todo el que ama. Contrariado por la respuesta, le pidió que fuera más concreta y ella decidió que le contaría la historia completa, así lo sacaría de dudas. Le contó la historia del castillo y de cómo un caballero sin caballo y sin armadura la había sacado de su tortura. Le contó también cómo habían vivido felices hasta que el se marchó. Luego le contó que la muchacha quedó sumida en una pena inconsolable durante mucho tiempo, recluida en un castillo para que nadie la viera en su aspecto de bruja, sin saber que era solo un efecto de sus ojos. Tras algún tiempo, todos se fueron olvidando de ella, ero una mañana, todo cambió. En la parte central de la plaza apareció la estatua de la muchacha y un hada a su lado. Cuando todos estuvieron alrededor, el hada comenzó a hablar. Les explicó que después de enterarse de que la muchacha había quedado tan abatida tras la huida de su amado, la buscó sin cesar por todo el reino. Finalmente conoció su paradero y la encontró en su castillo. Entonces el hada le hizo ver a la muchacha de que en verdad ella era hermosa, solo que el rechazo de alguien la hacía verse fea, la sacó de su tristeza. Esa noche se fueron a dormir. A la mañana siguiente el hada no encontró a la muchacha en su habitación, y la buscó por todo el castillo, finalmente la encontró junto a una nota. Se había lanzado a un caldero de acero hirviendo, para inmortalizar su belleza y su juventud. Tan segura estaba de que su amado volvería a buscarla, que decidió quedar intacta para cuando el volviera.
Al escuchar esto el caballero sin caballo sin armadura, dejó dinero y salió corriendo de la posada. Buscó un herrero y un orfebre por toda la ciudad, gastó hasta lo último que tenía, pero esa misma noche quería una copia exacta de la estatua que se exhibía en la plaza. Antes de que saliera el sol tenía su copia y se marchó de la ciudad en un carro, donde llevaba la copia de su amada.
Se retiró, pobre como había quedado a una de las últimas propiedades que le habían quedado. Vivía en una sola estancia, para poder ver la estatua de su amada todo el día. Había cambiado una estatua por otra antes de salir de la ciudad, sin que nadie lo viera. A nadie importaría el cambio, solo a él.
Dentro ese pedazo de acero sabía que se encontraba encapsulada el alma de quién más lo había querido en su vida.

FIN

miércoles, 3 de septiembre de 2008

Materia sin alma

Cuando nuestro cuerpo material y orgánico deja de funcionar y nos disponemos para pasar al mundo de "los que ya no están", dejamos tras nosotros toda una estela de sentimientos y , por qué no, de acontecimientos que no pueden dejar de estar vinculados a nosotros aunque ya no seamos sus creadores directos. ¿Es la muerte el fin de la existencia o dejamos parte de nuestra esencia en el alma de todos los que nos conocieron? La muerte material no es más que la falta de vida en el cuerpo orgánico, pero ¿qué es la vida? ¿dónde está la chispa que hace que todo funcione como es debido? Este es unos de los grandes misterios del ser humano, antaño se entendía que el alma estaba fuera del cuerpo de las personas y vagaba flotando a nuestro lado, el de los hombres claro, que las mujeres no tuvieron alma hasta hace poco, que desconsideradas. Tras esto llegó la creencia de que el alma se alojaba dentro del corazón, porque era el órgano mas importante que llegábamos a conocer. Pero en los últimos tiempos y tras avances científicos, hemos llegado a realizar trasplantes de este órgano sin que se altere la condición de la persona. ¿Estará alojada el alma dentro del cerebro entonces? Esta pregunta tiene periodo de caducidad, ya que el día que lleguemos a realizar trasplantes de este órgano podremos decir si cambia la persona o no, pero todos suponemos que lo hará. El cerebro almacena todo lo vivido anteriormente y nuestros proyectos de futuro ¿Acaso no es esto el alma de todos y cada uno de nosotros? Toda persona es consecuencia de su pasado y será lo que elija en el futuro, este es el verdadero alma de nuestra vida. La muerte es, por tanto, la consecuencia de olvidar y dejar de hacer planes. Pero ¿qué pasa con los que dejamos cuando morimos? Cuando nos vamos dejamos graves consecuencias tras nosotros. Nuestra pareja, la persona que queda atrás, tiene que afrontar una vida que antes estaba llena de proyectos, de seguridad y pseudofelicidad y que ahora se le antoja vacía, carente de sentido. Todo se torna gris, no quedan ganas de realizar ninguna de las ilusiones que antes eran cosa de dos, y que sin el otro pierden todo lo que tenían de emocionante. Todos creen que este es el fin, que de este trance no hay salida, incluso muchos (o casi todos) piensan en el suicidio. ¿A qué se debe esto? ¿Es real el sentimiento que expresan los que sufren la pérdida de la pareja? Mas bien podría calificarse de miedo e inseguridad. Aunque exista una desolación real por la pérdida del ser amado, el pensar que nunca más va a estar en casa esperando que vuelvas del trabajo, que nunca más lo escucharás reír ni llorar, ni mil veces nunca más, lo que de verdad queda tras estas primeras sensaciones es un terror absoluto a volver a empezar. Llega un momento en que nos hacemos a la convivencia con alguien, estamos habituados a esa persona. Sabemos en que momento salir de la habitación cuando esta malhumorado, cuando tratar de animarlo, cuando no, cuando esta feliz, cuando le preocupa algo, como le gusta el arroz, cuántas cucharadas de azúcar poner. Pero cuando de repente desaparece para no volver, queda tras de sí un mar salvaje de confusión. Entonces nos planteamos dudas muy naturales que algunos tardan en preguntarse, porque la primera reacción es enterrarse en vida y aislarse de todo contacto humano, tales como ¿volveré a enamorarme? ¿deberíamos haber tenido hijos? ¿querría que hiciera esto? Todas estas cosas deben surgir en algún momento tras los primeros pasos en el duelo interior que nos acechaba, la forma que tengamos de responderla va a marcar el resto de nuestras vidas. El ser humano nace para ser social y abierto, el hecho de que hayamos evolucionado hacia la monogamia es sólo un truco de la naturaleza, ya que si hemos llegado a dominar la tierra, somos tan prolíficos y vivimos tanto, imaginemos por un momento si nuestro único fin fuera la procreación, y fuéramos preñando a diestro y siniestro, necesitaríamos mil mundos como este para poder ocuparlo. Por esto el enamoramiento no es más que un sinfín de reacciones químicas que nos hace fijarnos en la otra persona, porque sus rasgos nos son agradables, o su forma de ser. Tras esto, el cuerpo se hace dependiente de la oxitocina que liberamos en cada orgasmo y que es como una droga de felicidad que nuestro cuerpo segrega naturalmente y que si la otra persona nos la da con regularidad, terminamos haciéndonos yonquis de ellos. Esto puede suceder con más de una persona a lo largo de nuestra vida, hay quien solo lo experimenta una vez y hay quien no para de experimentarlo nunca. Pero con esto quiero decir que la muerte de la otra persona no tiene que significar nuestra propia muerte, puede ser el comienzo de una etapa más difícil, pero solo un a etapa más. Debemos aprender a vivir con nuestra pena, llegar a salir, a conocer gente a salir con alguien más algún día y si nuestra ilusión era tener hijos, hoy en día existen numerosas opciones para conseguirlo, y si creemos firmemente en ello, podremos hasta encontrarle parecido con la persona que quisimos que fuera el padre.
No hagamos que el mundo pierda dos sonrisas cuando puede perder sólo una, quizás hay alguien que lleva toda la vida esperándote, o quizás no.
¿Es la muerte el fin de nosotros mismos?